sábado, 3 de julio de 2010

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Vuelvo a escribir luego de mas de un mes de no escribir en el blog. La escritura en papel ha ocupado los resquicios de tiempo que mi vida de residente me deja libres para sentarme a garabatear algunas ideas.
No quiero hablar de las cosas que suceden en el hospital por estos días ya que no son las mejores de la vida, mas bien se acercan a las mejores de la muerte, solo por así decirlo, porque ni eso.
Alegre es mi vida y estas son algunas cosas de las que me hacen tan felíz:
Sardinas Asadas
Una comida tradicional de la fiesta de San Juan son las sardinas asadas, sin más, estas se ponen en un pan junto con su aceite natural y se comen luego de haber sido asadas al fuego vivo del carbón, solo con un poco de sal de grano que se les pone en su olorosa piel. El método de asado es lo mejor, ya que si uno las hiciera en el horno, seguramente apestarían toda la casa, en la parrilla pueden sus humos y olores liberarse sin saturar un ambiente cerrado.
Las sardinas las conseguí en city market, una tienda que tiene comida de la mejor calidad y que aunque es algo cara permite conseguir comida que hace 20 años no se hubiera ni soñado en México, ese México de los noventas y los ochentas en los que existían 4 marcas de café, coca o pepsi, nada mas, en envase de vidrio familiar de menos de un litro y medio, once o diez modelos de autos a elegir y dos o tres de utilitarios, cuando el mejor sedán en México era el cutlass, en fin. Ahora en este México tan abierto al mundo en ocasiones puedo encontrar un kilogramo de sardinas pescadas en el norte de España y comerlas como se hace por allá en la noche de San Juan.
Luego de cocinarlas al tanteo por unos veinte minutos en el asador quedaron pescados llenos de sabor, un poco salados y nada parecidos a los que se comen recién salidos de una lata, pero lo mejor increíblemente fue el recalentado, como en la Navidad, supieron mucho mejor al día siguiente luego de haber reposado unas horas en el refrigerador y haber sido calentadas en un horno de microondas.
Otra cosa para mencionar fue lo improvisado del asador y lo bien que funcionó, era domingo por la tarde, yo había salido de guardia ese día por la mañana y no había dormido nada. Ante la flojera de bajar hasta el jardín de la casa, me improvisé un asador con un anafre (mi madre dice que el nombre correcto es anafe, pero yo no se y no estoy seguro), unos ladrillos, un poco de carbón y una parrilla que era sobre todo vieja y pequeña, resultando en unas buenas sardinas y antes, este increible pedazo de rib eye, a pesar de lo improvisado de la parrilla:



1 comentario:

Moka Hammeken dijo...

Yo cuando ví la secuencia de fotos me dió una risa terrible. Pensé que los habías pescado y luego la foto de la bolsa jajajaj.

¡Buen provecho! y mucha suerte...

El rib eye se ve delicioso

¡Saludos!