sábado, 21 de febrero de 2009

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Todo se pone gris y nublado, entonces pareciera que es el fin del mundo pero no, solo es una tarde lluviosa mas en la Ciudad de México. La lóbrega tarde que es preludio de una lluvia fría fuera de temporada a finales del invierno, me recordó los veranos de mi infancia cuando llovía a media tarde impidiéndome salir a jugar, y de alguna manera disfrutaba viendo llover a través de los grandes vidrios de las ventanas cerradas mientras estos transmitían su frío a mi párvula humanidad. De esas lluvias de media tarde por razones que ignoro y que a la ligera podrían ser achacadas al cambio climático (que por cierto en estos días parece ser el culpable de todas las desgracias de la humanidad), solo queda el recuerdo pues ahora llueve en las noches durante el verano de la Ciudad de México. Pero hoy, esta extemporánea precipitación me hizo remontar 18 años en el pasado; cuando solo me preocupaban cosas triviales como el tiempo que faltaba para volver a salir a jugar, cuanto tiempo de vacaciones me quedaba o cuánto faltaba para la navidad. Y a donde voy es a esos, mas bien a estos recuerdos que son tan importantes en mi vida, memorias de cosas simples que dan belleza a esta vida y a este mundo, que están presentes de vez en cuando pero que evocan sentimientos felices.

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