domingo, 22 de febrero de 2009

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En parte uno vive de los recuerdos, estos llegan a ser mas dulces que el momento mismo que se vive, e incluso de un presente duro solo queda lo bueno transformando así al pasado. Las malas experiencias se borran y las buenas se glorifican, aumentan o purifican. Es así como debe haber algún mecanismo en el cerebro humano para lograr esta edición del pasado, un mecanismo del cual estoy agradecido y al que ahora apelo sin desear que me haga olvidar todo lo malo, porque de esa manera me haría propenso a errar nuevamente, solo quisiera esos malos sucesos tenerlos a la mano para en las disyuntivas, poder acudir a ellos, y luego dejarlos bien guardados para una emergencia, las demas horas, minutos y segundos que ni por casualidad asomaran, porque tan solo amargan la vida.

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